La sinestesia táctil-emocional

También se podría llamar tacto-emoción o textura-emoción

La emoción normalmente no se considera un concurrente sinestésico cuando se presenta sola: se encuentra únicamente como un “producto secundario” acompañando otros concurrentes como el color, las formas o las sensaciones táctiles. Sin embargo, un estudio de Vilayanur S. Ramachandran y David Brang en 2008 habló de dos casos en los que diferentes texturas solicitaban una reacción emocional específica, idiosincrática y muy consistente, que consideraban que cumplían con suficientes criterios para ser considerada un tipo de sinestesia. Se trataba de dos chicas, AW y HS, que al tocar o sentir en la piel diferentes texturas que se les iba presentando en condiciones de laboratorio mostraron emociones muy específicas. Indicaron que habían sentido estas emociones toda la vida, y resultó que eran consistentes al realizar otra prueba idéntica seis meses más tarde. No eran las típicas sensaciones producidas por las texturas, ya que consistían por ejemplo en sentir ansiedad al tocar la pasta de dientes, vergüenza al tocar la cera, alivio al pasar la mano por un cierto tipo de papel de lija o risa al manosear la seda.

Los autores del estudio notan que algunas “asociaciones que todos podemos hacer fugazmente se afianzan, haciéndose automáticas u obligatorias en las personas sinestésicas debido a un proceso de ‘auto-avivamiento’”, pero establecen dos criterios principales para que se pueda considerar sinestesia: la conexión táctil-emocional debe ser fuerte y debe ser idiosincrática, como lo es por ejemplo la sensación de confusión y desorientación que experimenta AW al tocar la pana.

Hay una descripción detallada de este estudio en el capítulo 3 de esta tesis en español (Sinestesia, emociones y empatía, C. González & I. Herrero, Univ. Granada 2011).

Estas dos descripciones llaman la atención por sus similitudes con los casos del estudio de Ramachandran y Brang y también podrían ser casos de sinestesia textura-emoción o tacto-emoción:

“Las rocas son la calma/la tranquilidad, las servilletas de papel la ansiedad que me pone los pelos de punta, las toallas el mareo, mi teléfono móvil la agitación, la impaciencia… siento las emociones en el mismo momento de tocar estas cosas y también cuando veo a otras personas tocarlas. Siempre tengo que pedirle a la gente que deje de tocar las servilletas por el efecto que me tiene. (…) Tengo las mismas reacciones emocionales a las cosas desde que era pequeña. Aunque algunas tienen diferentes niveles de intensidad y son más complejas y difíciles de explicar que otras.”

(Fuente: Esta entrada y comentario en la plataforma de debate online Reddit/Sinestesia. 2020. Original en inglés.)

“Las texturas me crean emociones. No son emociones sencillas. Y cuanto más tiempo toco algo más evolucionan. (…) La tela vaquera me hace sentir una mezcla de odio y repugnancia. Si me esfuerzo y la sigo tocando, empiezo a tener una sensación extraña de desesperación, como si buscara algo que no encuentro.

Todo me da una sensación. Un cierto grano de la madera (una silla que tengo en el salón) me hace sentir pena y soledad, mientras otros (como un embellecedor en la pared del cuarto de baño) me inspiran seguridad y calor. Algunos metales me dan una sensación de limpieza y satisfacción mientras con otros me siento ansioso, como si se me hubiera olvidado algo muy importante.

(…) La textura (no el sabor) de ciertas comidas me crea una emoción. Por ejemplo, la textura crujiente/correoso de los gofres me hace sentir una especie de resignación al fracaso, lo que no es el caso con los caramelos sabor gofre. También siento esa misma sensación con una hamburguesa grumosa con queso.”

(Fuente: The Experience Project, una página web desaparecida. 2015. Original en inglés.)

Ir a la página ¿Puede ser la emoción un concurrente sinestésico? 

Última actualización de esta página: 30 marzo 2021